La vendimia es 100% manual, recogiendo con extremo cuidado los racimos de tempranillo blanco, una variedad autóctona descubierta en 1989, y los racimos de las cepas viejas de viura entremezcladas y salteadas en pequeñas viñas de tinto allí donde el suelo es más pobre.
El clima es atlántico suave, con estaciones marcadas. Y los suelos, mayormente arcillosos-calcáreos, generalmente con vetas calizas, ya que las cepas blancas se solían plantar en los “cogotes” o zonas altas y pobres de las parcelas. El resto de la parcela se destinaba a variedades tintas.
Cada variedad se elabora por separado con esmero, utilizando el mismo cuidado protocolo. Se enfría la uva y se macera en frío durante unas horas, para posteriormente aplicar un prensado muy suave en una pequeña prensa estática. El mosto se limpia por decantación para iniciar la fermentación alcohólica sobre sus lías en barricas nuevas de roble francés.
El bâtonnage se realiza varias veces a la semana durante los siguientes meses, manteniendo así las lías finas en suspensión, ganando complejidad, elegancia y untuosidad. Respetando a su vez la vivacidad de la fruta.